La saga de James Bond es el mejor ejemplo de cómo una franquicia dividida en etapas puede mantenerse fresca y justificada a lo largo del tiempo. Desde que Ian Fleming creó al famoso agente en 1953, el personaje ha ofrecido durante siete décadas acción, intriga y puro entretenimiento. Su mayor reto siempre ha sido el relevo generacional: cada cierto tiempo toca despedir al protagonista y empezar de nuevo. Sin embargo, los responsables de la franquicia suelen acertar al elegir a cada nuevo 007, aunque nunca falten los debates entre los fans.
El último James Bond ha sido Daniel Craig, un actor que llegó al papel en mitad de una gran polémica -había quienes le consideraban demasiado rubio y rudo para el papel- pero que demostró su valía a lo largo de cinco películas. Craig cerró su etapa en 2021, cuando estrenó Sin tiempo para morir, una cinta que supone un adiós perfecto para su versión del personaje.
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Al comienzo de Sin tiempo para morir, Bond está alejado de la acción. Tras su traumático incidente con Madeleine Swann, se ha retirado y disfruta de la vida ociosa en Jamaica. Pero su viejo amigo Felix Leiter aparece para pedirle ayuda: han secuestrado a un científico y deben ayudarle. Lo que parece un trabajo sencillo se complica y lleva al agente a enfrentarse con el peligroso Safin, un magnate a cargo de una tecnología capaz de cambiar el mundo.

Universal Pictures
Cary Joji Fukunaga fue el director encargado de este proyecto y se convirtió en el primer estadounidense en estar al frente de una entrega de la saga Bond, además del primer director en figurar también como guionista. Conocido por su trabajo en True Detective, el estudio ya le había considerado para trabajar en Spectre (2015), pero se decantaron por Sam Mendes y dejaron la opción de Fukunaga para más adelante. Finalmente tuvo su oportunidad con la que posiblemente sea la cinta más importante de la etapa de Craig y supo estar a la altura.
La visión del director hizo de Sin tiempo para morir la entrega más emocional del héroe. Además de esto, tuvo la tarea nada sencilla de atar los cabos sueltos que habían dejado las películas anteriores, pero lo consiguió sin bajar el nivel de espectacularidad y acción al que nos tiene acostumbrada la saga. Para algunos fans, no es la entrega más redonda ni la más audaz, pero sin duda es un final perfecto para despedir a Craig como uno de los mejores Bond que ha existido.