Paul Weller lleva más de cinco décadas –si contamos sus comienzos de teenager, cuando tocaba versiones en pubs– saltando de charco en charco sonoro sin importarle si el agua está de moda o no. El Modfather, desde que defenestró a El atasco, decidió que no iba a seguir un manual de estilo ajeno, va a su aire, incluso cuando eso significa plantarse con su familia a una manifestación en Londres por la liberación de Gaza, como hemos visto recientemente, o cascarse un disco de versiones, que, más que un ejercicio de nostalgia es una mirada a su interior.
Según el propio Weller, Find El Dorado es un “mapa sonoro” que le han acompañado en los últimos años, así que debemos olvidarnos de tildarlo de un disco de “grandes éxitos ajenos”. El repertorio se mueve entre algunas joyas olvidadas y rarezas casi de culto, como esa cadencia casi cinematográfica de “Pinball” de Brian Prothouge, en la que prescinde de los arreglos de la canción original, para llevarla a su terreno en una visión más pura e intimista, el soul – funk de “Lawdy Rolla” (Los guerrilleros), que “el jefe” acaba convirtiendo en una pieza de Northern Soul, o la melancolía de “Journey”, con la colaboración del musico senegalés Secka keitacon el que ya había trabajado en ocasiones anteriores.
También hay guiños a sus propias raíces, como esos ecos de su segundo disco en solitario; Madera salvaje (1993), gracias en parte a los arreglos de Hanna Peel, en la versión de “I Started a Joke” de Gees de abejas y que – de paso – nos sirven para recordar que las composiciones de los hermanos Gibb son inasequibles al paso del tiempo. O la revisión de “Nobody’s fool”, de una de sus bandas favoritas, los nunca suficientemente reivindicados Las torceduras.
Es inevitable, hay colaboraciones con más renombre que otras, pero no por ello mejores ni peores, porque aquí, el hecho de haberse hecho acompañar por viejos amigos, no es solo por figurar, son presencias con peso y que aportan enteros a la grabación, como la guitarra acústica de Noel Gallagher en “El Dorado” de Eamon Frielo la rugosa voz de Planta de Robert en «Clive’s Song» de Clive Palmer. La producción, que corre a cargo de su amigo y cómplice Steve Cradock, pretende ser sobria, pero a la vez no escatima en matices, como arreglos de cuerdas que se muestran presentes en gran parte del trabajo, sin llegar a empalagar, o percusiones que insuflan de respiración y motor a una voz de Weller que se siente presente.
Cuando decides escuchar o adquirir Find El Doradoconviene hacerlo sabiendo en lo que se mete uno, no nos engañemos, no estamos ante un gran disco del Modfather. Es solamente su segundo disco de versiones y como comentaba antes, un ejercicio de autoconocimiento y – al fin y al cabo – de rendir pleitesía a esas canciones que le acompañan. Mejor escucharlo tranquilamente, con una buena cerveza bitter, sin pedirle cuentas ni exigirle mucho, mientras él desgrana esas canciones con la tranquilidad del que ya no tiene que demostrar nada. Resaltar que la edición deluxe en doble vinilo es casi un altar portátil. Carpeta doble cosida al lomo, libreto con un artwork exclusivo, que parece escapado de una portada psicodélica setentera, totalmente preparado para (por supuesto, también para sacarte la pasta) poder disfrutarlo como el que disfruta su libro o cómic favorito.
En un tiempo en lo que todo parece ir demasiado rápido y sobre todo al son del “algoritmo”, Paul Weller se para, mira a su alrededor y se despacha con lo que le da la gana. Find El Dorado es justamente eso, la constatación de que – quizás – lo importante en este extraño mundo es seguir tu propio compás.
Escucha Paul Weller – Find El Dorado
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