Es considerado uno de los mejores actores de la historia del cine, pero en los años 50 aceptó un papel del que se arrepentiría toda su vida
Ganador de dos premios Oscar y protagonista de la ampliamente consideradas como una de las mejores películas de todos los tiempos, El Padrino, Marlon Brando es pura historia del cine. Una trayectoria de seis décadas en la que figuran algunos títulos tan importantes como Julio César, Apocalypse Now, La ley del Silencio, Un tranvía llamado deseo, Piel de serpiente, Superman, El novato y un largo etcétera.
El actor, fallecido en el año 2004, fue nominado al Oscar ocho veces y ganó en dos ocasiones: la primera en 1955 por La ley del silencio y la segunda en 1973 por El Padrino, aunque no asistió a recogerlo en protesta por el mal trato a los nativos americanos en Hollywood.
Su debut en la gran pantalla fue en 1950 con Hombres y su última película fue The Score (Un golpe maestro) en el año 2001, así que Brando estuvo exactamente medio siglo compartiendo su talento con el público.
A lo largo de sus 50 años de trayectoria experimentó grandes éxitos y también decepciones, aunque su mayor arrepentimiento fue una película de 1956 llamada La casa de té de la luna de agosto, la adaptación cinematográfica de una obra de Broadway de John Patrick, que a su vez fue una adaptación de una novela de Vern J. Sneider. En ella, Brando interpretaba a Sakini, un traductor al servicio de un capitán encarnado por Glenn Ford que había sido enviado a Okinawa para “americanizar” el lugar.
Así lo confesó él mismo en su autobiografía, tal y como recoge Far Out Magazine: “En La casa de té de la luna de agosto, interpreté a un intérprete en Okinawa llamado Sakini, quien pasa la mayor parte de la película enfrentándose a Glenn Ford, un oficial del ejército estadounidense asignado para traer la democracia y la libre empresa a la isla”.
Brando era admirador de la obra de Broadway, pero fue crítico con su propia actuación, que consideró nunca tenía que haber realizado: “Una obra bien escrita es casi a prueba de actores, pero en La casa de té, Glenn Ford y yo demostramos con qué facilidad los actores pueden arruinar una buena obra o película cuando están tan absortos en sí mismos y en sus actuaciones que no actúan en armonía”.
Fue una película horrible, y me eligieron mal
La película fue un éxito comercial pero no fue objeto de grandes críticas. Además, se criticaron los estereotipos raciales que se mostraban en ella y el hecho de que Brando fuese el elegido para interpretar a un personaje asiático, algo que él mismo reconoció y consideró como una mala elección a nivel de casting.