El director no abandonó su habitual tono oscuro, pero realizó una película bella y para mayores de 10 años
Los niños que crecieron en los 90 y primeros 2000 seguramente tienen un cineasta en común: Tim Burton. La etapa dorada del director abarca desde finales de los años 80 hasta los primeros 2000. Casi dos décadas en las que nos dejó grandes títulos como Bitelchús, Batman o Eduardo Manostijeras. Aunque siempre ha tenido un estilo oscuro, gótico y lleno de fantasía, sus historias también tienen mucha ternura, lo que hacen que sean perfectas para el público infantil.
En su filmografía hay películas que muchos recordarán de su infancia, pero hay una en la que seguro que coinciden la gran mayoría de niños de esta generación: La novia cadáver. Estrenada en 2005, este musical de fantasía con Johnny Depp y Helena Bonham Carter como las voces protagonistas funcionó muy bien en taquilla y sigue siendo muy recomendable dos décadas después.
Inspirada en un cuento popular del siglo XVII, la historia empieza cuando una pareja joven está a punto de casarse en un matrimonio concertado. Él, Víctor, es hijo de unos comerciantes a los que les funciona muy bien el negocio. Ella, Victoria, es hija abandonada de una familia de aristócratas que ha vivido tiempos mejores.
Nervioso ante la ceremonia, Víctor se marcha al bosque para ensayar los votos y coloca el anillo de bodas en lo que parece una raíz. Sin embargo, resulta ser el dedo de una mujer fallecida llamada Emily, que murió vestida de novia. Víctor, sin saberlo, acaba de casarse con ella y los dos terminan en la Tierra de los Muertos, un mundo mucho más colorido que la vida real.

Warner Bros.
Fiel a su mundo, Burton desarrolla en La novia cadáver una historia macabra de una gran belleza. Se trata de la primera película de stop-motion realizada digitalmente y la tercera de este estilo en la carrera del director tras producir Pesadilla antes de Navidad (1993) y James y el melocotón gigante (1996).
Curiosamente, el largometraje se realizó al mismo tiempo que Charlie y la fábrica de chocolate, lo que obligó a Burton a delegar parte del trabajo en Mike Johnson. “Tim sabía hacia dónde quería que llegara la película en cuanto al tono emocional y los puntos de la historia. Mi trabajo consistía en trabajar con el equipo a diario y conseguir que el metraje se ajustara lo más posible a lo que yo creía que él quería”, declaró Johnson en una entrevista con Creative Planet Network en 2014.
Finalmente el proyecto salió bien. La novia cadáver es uno de los mejores largometrajes del estadounidense. “Consciente de ser una variante humilde de otros éxitos más sonados del director, La novia cadáver resulta sin embargo mucho más redonda y satisfactoria que otros títulos de Burton con más pretensiones“, escribió Eulàlia Iglesias en su crítica para SensaCine.
Con esos escenarios encantadores y esos personajes con los que conectar al instante, es una película perfecta para disfrutar en familia -la calificación oficial en nuestro país es que está recomendada a mayores de 10 años-. Está disponible para ver en el catálogo de Netflix.