El certamen italiano arranca con el último trabajo del cineasta napolitano, que cuenta las últimas semanas en el poder de un presidente ficticio
Arranca el Festival Internacional de Cine de Venecia. La 82ª edición del certamen italiano ha dado el pistoletazo de salida con un director de su patria. Paolo Sorrentino ha presentado La grazia, su última película y la encargada de inaugurar el festival.
Escrita y dirigida por Sorrentino, La grazia está protagonizada por Toni Servillo, actor fetiche del cineasta. Servillo da vida a Mariano De Santis, un presidente que se encuentra en sus últimas semanas en el poder. El director napolitano ha creado un político ficticio que nada tiene que ver con la realidad política actual y ahí, como destaca el crítico y ‘publisher’ de SensaCine Alejandro G. Calvo, es donde reside la parte más interesante de este filme.
Un político alienado: un hombre bueno y paciente
Sorrentino tiene a sus espaldas dos ‘biopics’ de políticos: Il divo (2008) contó la historia de Giulio Andreotti y Silvio (y los otros) (2018) la de Silvio Berlusconi. “Los dos retratos son retratos satíricos de unas figuras políticas ya de por sí bastante excesivas”, señala G. Calvo. “Sorrentino cogía ese exceso y lo transformaba, por vía de la sátira, en algo profundamente cinematográfico”.
El director hizo comedia y burla de dos figuras políticas tremendamente polémicas con esas dos películas, pero La grazia da la vuelta a eso. En nuestra época, una en la que las democracias modernas de occidente tienen un mayor nivel de presidentes meme, Sorrentino presenta a un político que es todo lo contrario: el presidente de La grazia es un hombre tranquilo y un hombre bueno.
“Es un hombre que, desde luego, está alienado con los tiempos reales que vivimos ahora. Es un hombre que duda, es un hombre que sufre, que tiene una herida abierta y ha erigido su mandato sobre la paciencia, sobre el esperar”, explica el crítico. “Hasta se meten con él porque le dicen que es un hombre incapaz de tomar decisiones en una época en la que las decisiones que se toman son muy arbitrarias, muy rápidas y muy locas. Él es paciente, un hombre que decide, de alguna forma, retrasar las cosas para así poder tomar la mejor decisión posible”.
Como señala:
Sorrentino, que ha hecho tanta burla sobre los políticos y la política moderna, de repente construye una película que es un homenaje a los buenos políticos, a aquellos que, de alguna forma, se preocupan de verdad por su país y la gente de su país
El toque Sorrentino

Fremantle
La grazia tiene la firma de Sorrentino en muchos de sus aspectos. En cuanto a su estilo, “es una película muy de marca Sorrentino”. Dos toques sorrentinianos puros en el filme son: un personaje central muy potente sobre el que pivotan todos los demás y la comedia. Con esto último es con lo que Sorrentino conquista al público. “Es alguien con quien te apetece reirte porque tiene ‘gags’ muy buenos, visuales y de guion, pero sus películas son muy tristes y melancólicas”.
Por otro lado, La grazia es un filme crepuscular. “Casi todas las películas de Sorrentino están protagonizadas por hombres viejos y, desde esa posición de quien ya lo ha vivido todo, Sorrentino suele realizar reflexiones sobre lo que viene a ser la vida”. En La grazia, los grandes temas son el perdón y la muerte. “Cuando uno habla cinematográficamente de la muerte, si lo haces bien, hablas de la vida”, afirma G. Calvo. “Eso le sale tremendamente bien a Sorrentino”.