John D. Hancock llevaba un año y medio trabajando en Tiburón 2. Aunque Steven Spielberg dejó claro que hacer una secuela sería un simple “truco de feriante”, en Universal no estaban dispuestos a dejar pasar esta oportunidad. El problema es que no estaba funcionando, y tenía rifirrafes continuos con el estudio. Al final, Hancock fue despedido (las causas fueron múltiples: el tiburón funcionaba mal, despidió a la novia de uno de los ejecutivos del estudio, el guion era más oscuro de lo que querían…) y Spielberg se planteó, durante unas semanas, volver y hacerlo él mismo. De hecho, no lo hizo exclusivamente por su contrato con Encuentros en la tercera fase. Y menos mal.
La escalera que se comió el tiburón
En los tres años entre Tiburón y Tiburón 2, Spielberg había pasado de ser un Don Nadie en la industria a convertirse en el Rey Midas de Hollywood. Su pequeña película veraniega costó 9 millones y recaudó 489, convirtiéndose en el mayor éxito de la historia hasta ese momento, así que tenía carta blanca para hacer lo que le diera la gana, una carta blanca que aprovechó para perlar su carrera de éxitos.
Eso sí, no todo fue perfecto, y en Tiburón hay un error que seguro que le martilleó la cabeza durante el montaje, pero dejó porque no le quedaba más remedio: si pausas en el minuto 1:49:05, podrás ver que en un plano aparece una escalera de hierro, pero en el siguiente, un paneo que va desde Brody hasta Hooper, ha desaparecido por completo. No os preocupéis por este truco de magia, porque a partir de ese momento vuelve a salir en cada plano. Todo un lío de escaleras, vaya.

Universal

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Este error no le importó a nadie, claro: Tiburón tuvo tanto éxito que le salieron copias por todos los lados. De hecho, Alien, al final, fue aprobada porque se vendió como “Tiburón en el espacio”. ¿Quién le iba a decir a Spielberg que iba a inspirar otra obra maestra casi sin quererlo? Si es que el que sabe, sabe.