Cinco capítulos después el Burgore Death Fest ya no es simplemente una cita underground, es un ritual anual que convierte a Burgos en la capital de la música extrema por un día. El pasado sábado 6 de septiembre, la Sala Andén 56 se transformó en un quirófano sangriento y sudoroso donde confluyeron leyendas del death, apóstoles del grind y adalides del metal extremo más avanzado. Una única jornada que confirma y consolida al Burgore como uno de los festivales más importantes del estado en su género, realizado totalmente desde la independencia.
Los lusos llegaban antes de las 18:00 al escenario del Burgore, dispuestos a disparar fardos de death metal old school sin contemplaciones. Portugal tiene una buena cantera de bandas oscuras, bien de black, dark y otros sonidos bien repletos “negritud”. En el caso de Tvmvloaunque llevan el death por bandera, estéticamente y en sus grabaciones, en cierta manera – en directo – me parecieron que tenía ciertos toques doom.
No se anduvieron con contemplaciones, ni paradas innecesarias, pero con la simpatía habitual de las bandas del país vecino, lanzaron algunas bombas de destrucción masiva como: “The Portal of Terror”, “Mourning we March”, o “The Suicide Vendor”, propiciando las primeras manos cornudas de la tarde. Banda a seguir.
Los asturianos Montañismo es otra de esos grupos altamente influenciados por el cine de terror, el gore, Fulci, los zombies de verdad y eso se deja ver – sin disimulos – en toda la imaginería que esgrimen, tanto en sus canciones, como en sus portadas.
A ellos, al igual que sus predecesores en el único escenario, les tocó luchar con ese hándicap que es actuar a primeras horas, tratando de atraer la atención del público con toneladas de deathgrind.
Mientras una buena legión de camisetas negras con leyendas indescifrables en el pecho, llegaban a la sala y otros se quedaban en la terraza del bar, Boneyard se despacharon con un corto set, que incluyó temas como: “Rise of the Dead”, “Carnival of Terror”, o “Silent Agony”.
Lograron que unas cuantas decenas de los más imbuidos en el ambiente tempranero, canalizaran su energía a base de los primeros pogos de la tarde.
Avelado– o el fénix de la vieja guardia del death metal – a las 19:40 fue casi un lujo anticipado. Obligaciones de carretera y dado a que tenían que viajar a Francia al día siguiente, hicieron que tocaran más pronto de lo que dicta su estatus, pero nada de esto restó peso a su directo. Dave Rottenúnico superviviente de la formación original del 91, lideró un repertorio extenso con material de toda su carrera y del disco Criptobiosis fénix.
Distorsiones pesadas y guturales cavernosos oscurecieron la tarde burgalesa mientras el público respondía con los primeros pogos y brazos en alto. El clímax llegó con Rotten lanzándose al crowd surfing, demostrando que el decano del death nacional sigue encendiendo masas con la misma rabia de hace tres décadas.
Tampoco pudo faltar el bautismo de sangre, con una calavera, a los nuevos miembros de la banda, como a parte del público de primeras filas, seguro que algunos todavía se están tratando de quitar el líquido rojo. Avulsed son, ya por derecho propio, una institución del death metal de este país y de toda Europa y es que, si hasta en Temu te hacen camisetas de tu banda, es que ya juegas en otra liga.
A las 20:45 entraron en escena los auténticos cirujanos del caos; Cirujanos desagradablesanfitriones y alma del festival. Ataviados con – sus ya clásicas – indumentarias quirúrgicas y acompañados de una troupe de médicos gore que se lanzaron al pogo, los burgaleses firmaron otra actuación para la historia.
Sonaron clásicos, pero a la vez innovadores, con cortes de su último trabajo, que suena más sólido y personal que sus anteriores discos. Atentos a la producción, que suenan más frescos que nunca, con canciones muy trabajadas y totalmente disfrutables. Sin duda, Sinfonías gangrenosas (2025) es uno de los discos nacionales del año en este género.
La entrega de Raúl Weaverque acabó tocando entre el público, fue la inyección definitiva de grindcore gore que necesitaba una sala ya en plena ebullición. El aplauso final fue tanto por el show como por el esfuerzo organizativo, sin ellos, este festival no hubiera salido adelante. Nasty Surgeons dejan claro que trabajan de manera sincera, por y para la música en diferentes vertientes.
Desde Suecia, con la precisión que se le presupone a ese país en la técnica musical; llegaron Cirugía general bañados en sangre y también con su estética quirúrgica, inevitable comparación con Carcass incluida. Pero lejos de parecer meros clones, demostraron personalidad y una contundencia que en directo supera a sus grabaciones clásicas, que – dicho sea de paso – siempre me parecieron demasiado lineales y con una producción algo pobre. En directo todo cambia, para bien.
En un set perfectamente medido en tiempos y puesta en escena – en eso también tienen precisión los nórdicos – repasaron parte de su discografía, con trallazos como: “Premutating the Permutations”, “Restrained Remains”, o “Dead House”.
Técnica quirúrgica y riffs endemoniados mantuvieron al público encendido, preparando el terreno para la locura que vendría después y que muchos esperaban con avidez.
El turno de Gutalax fue el más esperado y – no nos engañemos – gran parte del público estaba allí por ellos. Puntuales a las 23:15, los checos desataron la bacanal escatológica que solo ellos saben ofrecer, “Assmeralda”, “Shitty Bastards” y un coreadísimo “Diarrhero” convirtieron la sala en un carnaval de papel higiénico, escobillas de WC y pogos delirantes. Su cómico “shittygrind “ trasciende etiquetas, pocas bandas logran que un festival de metal extremo se convierta en una colectividad de carcajadas y brutalidad.
Pero hay que ser sinceros y reconocer que, técnicamente hablando, ni de lejos son superiores a otras formaciones compañeras de escenario, sin embargo, son de los mejores tratados por el público y es que el cachondeo siempre es un valor en alza.
Las delirantes diatribas de Martin Matoušekque a veces se antojan un poco largas para una banda de grind, ya son parte del espectáculo. Así, nos avisaba de que habría gira española en el 2026, con un nuevo disco, pero que daba igual porque todas las canciones suenan igual. No se les puede negar que no sean sinceros.
Complicado papel el suyo tras la tormenta Gutalax, pero los asturianos de Cosas horripilantes disfrutando se crecieron. A medio camino entre el grind visceral y atmósferas pesadas deudoras del horror giallo y el canibalismo de serie B, ofrecieron un set de lo más variado del Burgore, estilísticamente hablando. Incluso se permitieron una versión impecable de Screaming Pijasla mítica banda de garage punk de Gijón.
Con más de dos décadas de trayectoria, demostraron oficio y dejaron el listón sorprendentemente alto con una apuesta arriesgada en géneros en los que, más veces de las que quisiéramos, los fans no admiten diversidad. Ellos mezclan Doom, Grind, una pizca de Motorhead, hardcore, street punk…
Ni siquiera una “chicharra”, producida por algún cable de guitarra – se supone – pudo ensombrecer una actuación de diez. Eso sí, deberían haberse preparado un poco mejor el setlist, ya que les quedaron tres temas por tocar, se ve que no habían previsto los firmes horarios del festival. En eso otro diez a la organización.
Ya entrada la madrugada, desde Córdoba (Argentina) llegaron Eclipse mortuorialcon su propuesta de black metal sinfónico y la teatralidad inherente al género musical que esgrimen. Corpsepaint impecable, riffs oscuros, doble bombo atronador, dobles guturales, todo medido, todo intenso
El público, aunque cansado, respondió con devoción, y gran parte de su merchandising voló antes de terminar su set, lo que demuestra que, a pesar de las caras de cansancio y que – aparentemente – mucha gente ya no tenía muchas ganas de darlo todo, estaba pendiente de los argentinos. Su actuación fue también de las de enmarcar y toda perfectamente cuadrada, con sonidos y teclados melódicos pregrabados, mezclándose con todo su arsenal de directo. Así, temas como: “Ruin Empire”, o “At The Gates…” sonaron con altísimo nivel y sin nada que envidiar a cualquiera de sus primos de la fría Noruega.
Una apuesta arriesgada dentro del cartel y más a esas horas, pero que encajó a la perfección para diversificar la brutalidad. Por cierto, Mortuorial Eclipse están de gira por Europa y los tenemos de nuevo en diferentes ciudades españolas desde el 19 al 25 de septiembre.
El cierre quedó en manos de Juez mutiladodúo vasco convertido en apisonadora grind. Con secuencias, guturales imposibles y “Pigsqueals “ enfermizos, ofrecieron un show tan bizarro como demencial, saltos, volteretas, humo y, en el momento más surrealista de la noche, un cigarrillo encendido con el pene ofrecido al público, que lo compartió sin pestañear y sin hacer ascos al cigarro que venía de otro cigarro, en este caso humano. Si la nicotina no te mata, otra cosa lo hará.
Acababan de venir de gira por Colombia de pasear su aguerrido show con baterías y guitarras pregrabadas y secuenciadas a la velocidad de la luz, lo que recuerda inexorablemente a los primeros recopilatorios del sello Earache en los que se incluían bandas del estilo. Viendo la configuración de la formación (cantante y bajista) cualquier podría pensar que no han encontrado batería que les pueda seguir el ritmo, pero probablemente la realidad es que no han encontrado nadie a las baquetas con tanto morro como ellos.
Está claro que la cuota de sinvergüenzas este año ha quedado bien cubierta gracias a Juez mutilado y a los mencionados checos; Gutalax. Un final apoteósico, sorprendentemente con bastante púbico a pesar ya de las altas horas de la noche.
El V Burgore Death Fest ha sido el más completo hasta la fecha, un cartel sólido, un ambiente de hermandad brutal, la constatación de que los sonidos extremos ya tiene su capital en Burgos y la mayor asistencia de personal hasta la fecha; se llegó a rozar el sold out.
La sexta edición ya se espera con ansia y dentro de poco ya comenzarán a confirmar a las primeras bandas y estaremos pendientes. Burgore ya es ley.
Fotos Burgore Death Fest: Fernando del Río