Desde la compra de Lucasfilm por parte de Disney en 2012, se han estrenado nada menos que 5 películas en cine, así como 7 series de acción real. Aunque los fans a veces se han mostrado un tanto dudosos ante algunas producciones, hubo una que prácticamente logró la unanimidad: Rogue One.
Estrenada en 2016 y con una puntuación en SensaCine de 4,1 sobre 5, justo entre los episodios VII y VIII de la postlogía, el primer spin-off de la lejana galaxia, dirigido por Gareth Edwards, decidió centrarse en un detalle muy específico del universo Star Wars y responder a una pequeña pregunta muy simple (pero fundamental), que los fans se hacían desde hacía casi 40 años: ¿Cómo consiguió la Alianza Rebelde robar los planos de la Estrella de la Muerte del Imperio?
Absolutamente esenciales para permitir la victoria de la Alianza al final del Star Wars original, no surgieron de la nada. Fue así como, con gran acierto, orquestando majestuosas batalles espaciales y ofreciendo al público la dosis justa de fan service sin caer nunca en el exceso, el director de Rogue One asumió la tarea de enlazar los eslabones de la saga.

Lucasfilm
La historia nos sitúa cuando el padre de la joven Jyn (Felicity Jones), Galen Erso (Mads Mikkelsen), es secuestrado por el Imperio para supervisar la construcción de la Estrella de la Muerte. Tras ese momento, Jyn ha aprendido a arreglárselas sola.
Entrenada por el rebelde Saw Gerrera (Forest Whitaker), luego capturada y enviada a un campo de trabajo imperial, recupera la libertad gracias a un escuadrón de la Alianza, dirigido por el capitán Cassian Andor (Diego Luna).
Al unirse a la Rebelión en Yavin IV, descubre que su padre ha introducido en secreto un fallo en el sistema de la base imperial, lo que permitirá a futuros atacantes destruirla si logran recuperar los planos. En la misión decisiva que se avecina, Jyn podría tener un papel crucial para liberar la galaxia.
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