Eve Adams se mudó hace algunos años al desierto californiano, y de las sensaciones que le transmitió esos paisajes nace Polvo americano (Basin Rock, 2025) . En declaraciones a la prensa dice la autora angelina: “El mismo polvo arremolinado que se aferraba a los carromatos de mis antepasados mientras cruzaban el Gran Desierto Americano, es el mismo polvo que mi tatarabuela barría de su porche durante el Dust Bowl de 1936 en Oklahoma, y es el mismo polvo que entra por las rendijas de mis ventanas aquí en el desierto, trayendo historias de un tiempo ya perdido.
No es solo polvo, es American Dust, el tipo de polvo que se mete en los huesos de una familia y nunca se va. Pienso en ese polvo como un símbolo del paso del tiempo. Espero que este álbum forme parte de esa misma corriente, llevándose hacia adelante para que lo encuentren las próximas generaciones de mi familia. He tenido la suerte de heredar diarios y poesía de mis antepasados que documentan sus vidas en tiempos de esperanza y muchas dificultades. Me gusta pensar en este álbum como una contribución a esa historia familiar.”
Bonitas palabras en donde se hilvanan toda una serie de emociones y afectos hacia un lugar determinado que se ha quedado prendado en sus recuerdos; remembranzas en donde quedan cautivas personas que ya no están, pero que continúan marcando la cartografía sensorial de una autora que registra todo ello en unas canciones empujadas por la nostalgia.
Eve Adams en su excelente Pájaro metálico (2021) destapó el frasco de las esencias. Su folk intimista tiene pinceladas que recuerdan a los Estrella mazzy (“Nowhere Now”), con esas atmósferas narcóticas que son odas a espacios desérticos suspendidos en el tiempo. Este es un disco estupendo en donde no sólo se fija en los lugares recreados por su imaginario, sino también en las mujeres que los habitaron. Víspera comenta que “Hay algo muy radical en la vida doméstica. Tantas mujeres viven toda su vida a puerta cerrada, completamente en las sombras. Dentro de esas vidas hay tanto sacrificio, devoción y amor. Quise honrar eso: la poesía en lo mundano, el anhelo en la repetición. La forma en que el amor sobrevive al aburrimiento, al polvo y al tiempo”. Mujeres habitando y sintiendo un lugar que se resiste a ser borrado de su mente. “Strangers” es como una letanía fantasmal con ecos a Marissa Nadler y a Chris Isaac; el sonido del tren se escucha al inicio de “Amen!”, con nuestra protagonista cantando a ritmo de bluegrass que estalla en júbilo tabernario; las notas severas de un piano sirven para que entre “Ricochet”, en donde el violín y una batería tocada con escobilla, le otorgan un toque entre festivo y noirmientras que “Death Valley Forever” Adams lleva la americana hacia terrenos que bordean el dream pop.
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