Una biografía que consigue salirse de las limitaciones de la realidad con un perfecto Idan Weiss

A Franz Kafka las palabras le importaban. Quizá demasiado. Para él, cada vocablo tenía peso. No podían usarse de cualquier forma. Había que ser preciso. Exacto. Minucioso. Lo que Kafka decía en una frase a otros les costaba páginas. Fue pionero con sus historias, que mezclaban elementos realistas con otros fantásticos, que hablaban de padres e hijos, del existencialismo, de la brutalidad física y psicológica, de la culpa, de lo absurdo y de transformaciones espirituales. Por eso, porque lo que salió de su pluma no entraba dentro de la norma, un filme sobre él tampoco podía ser uno normal. Agnieszka Holland, la directora detrás de Franz, ha entendido que un hombre diferente necesita una película diferente y el resultado es una biografía de lo más extraña, peculiar, fabulosa, insólita y absurda. Muchas cosas que se resumen en que Franz es un ‘biopic’ que consigue no ser lo que todos los demás ‘biopics’: un corta y pega de una vida que no es capaz de salirse de las limitaciones de la realidad. Franz es otra cosa, una que aporta frescura y originalidad al género.
Franz cuenta la historia de Frank Kafka (Idan Weiss) desde su infancia en la Praga del siglo XIX hasta su muerte en la Viena posterior a la I Guerra Mundial. El escritor fue el bicho raro de una familia tradicional de judíos asquenazíes, con un padre que no entendía a un hijo enclenque, miedica, al que le gustaba escribir y que veía el mundo de una forma diferente. Solo su hermana Ottla era su aliada. Kafka, que consiguió entrar en círculos de escritores y que publicaran sus relatos, se prometió con varias mujeres pero nunca llegó a casarse. Murió a los 40 años de tuberculosis.
El filme de Holland, además de contar su vida, juega con los tiempos, mostrando el impacto que el escritor tuvo después de su fallecimiento. Porque Kafka pertenece a ese grupo de genios que, como Emily Dickinson, no conocieron cómo influyó su obra en el mundo. Si La zona de interés (2023) de Jonathan Glazer terminaba en nuestra época mostrando el museo en el que se ha convertido el campo de concentración de Auschwitz, Franz hace confluir a la vez momentos en los que los turistas, en nuestro siglo XXI, visitan Praga para descubrir dónde vivió, paseó, nadó y tomó el sol el escritor.
Riesgo y acierto
Marlene Film Production / Metro Films / X Filme Creative Pool
La cámara de Holland parece, a ratos, la de un documental. Hay planos extraños y personajes de la vida de Kafka que hablan rompiendo la cuarta pared para dar testimonio del escritor. Visualmente, la propuesta de Holland es tan atractiva que no hay manera de quitar los ojos de la pantalla. La cineasta juega y le funciona, sorprendiendo en la forma de contar la historia de una vida. Franz es inesperada, confunde e interesa. Hay comedia, hay drama y hay momentos que son puro disfrute.
Idan Weiss es un perfecto Kafka, en lo físico y en lo interpretativo. Ha entendido lo que Holland se proponía y lo ha ejecutado tan bien que la suya es una de las interpretaciones que aparecen en mayúsculas en una filmografía.
Franz es riesgo y acierto. El ‘biopic’ perfecto para la gente a la que no le gustan los ‘biopics’.