El veterano actor y director de 95 años no está en la industria para hacerse rico

Para Clint Eastwood, un de los directores más veteranos en activo, hacer dinero no es ni mucho menos la prioridad a la hora de hacer sus películas. El actor y cineasta lleva siete décadas vinculado a la industria -cinco de ellas detrás de las cámaras- en sus dos facetas siempre ha buscado lo mismo: buenas historias que contar.
A medida que su carrera se fue consolidando, Eastwood fue perdiendo cada vez más el interés en el dinero. Con cuatro premios Oscar a sus espaldas y consagrado como uno de los mejores cineastas de la historia, el director no necesita grandes datos de taquilla para conseguir la confianza de los estudios en sus proyectos.
De hecho, hace casi 20 años ya hablaba en estos términos en una entrevista con Entertainment Weekly, con motivo del estreno de la película Banderas de nuestros padres, admitiendo que el dinero es un tema del que no quiere ni oír hablar cuando está empezando el trabajo de una nueva película:
Si alguien viniera y dijera: ‘Tengo este guion y podríamos ganar un dineral con él’, yo diría: ‘No me digas eso’. No quiero saberlo.
“Solo quiero saber sobre la historia y los personajes. ¿Hay alguna posibilidad de hacerla interesante?”, añadía completamente convencido. “No estuve allí, pero estoy seguro de que tras las puertas de Mystic River, la gente decía: ‘¡Mierda! ¡Qué historia tan oscura!’. Y Million Dollar Baby la llevamos a otro estudio, porque aquí [en Warner Bros., el estudio de Eastwood durante años] nos dijeron: ‘Siéntete libre de ofrecerla'”.
Curiosamente, los dos ejemplos de Eastwood son películas que tuvieron un enorme éxito –Million Dollar Baby ganó cinco Oscars incluyendo Mejor director y Mejor película- y siguen siendo muy apreciadas a día de hoy, pero el cineasta entiende que no era tan fácil adelantarse a su buena acogida. “No quiero ponerme en la situación de ‘te lo dije’. No le guardo rencor [a Warner]. Son los hechos”.
Aunque según explicó el director hubo un momento en que siempre obtenía luz verde por parte Warner para sus ideas, más adelante “las cosas cambiaron’: “Llega gente nueva, con sus propias ideas sobre qué es comercial y qué no. Y supongo que dicen: ‘Dios mío, si Clint Eastwood viniera y dijera: ‘Hagamos Harry el sucio otra vez’, lo haríamos'”.
De igual modo que no espera que sus películas hagan mucho dinero, Eastwood tampoco se esfuerza en cobrar. De hecho, solía conformarse con el mínimo, al menos en la entrevista a la que hacemos referencia, añadiendo un porcentaje de ganancias en función del éxito de la película, algo que ya sabemos que puede llegar a salir muy bien y que ha convertido en millonarios a muchos en la industria.
“Es como hace años, con Escalofrío en la noche [su primera película]”, puntualizaba. “Cuando le pedí al estudio que la hiciera y les dije que quería dirigirla (en ese momento era Universal), Lew Wasserman me dijo: ‘Claro. Pero no queremos darte nada. No queremos pagarte’. Y yo dije: ‘De acuerdo. No deberían pagarme. Debería demostrarles lo que puedo hacer. Y si no puedo cumplir, entonces no deberían pagarme’.
Y no hay duda de que no preocuparse por el dinero siempre le ha salido bien. Con aquella película, en 1971, Eastwood demostró que tenía aún más talento detrás de las cámaras que delante de ellas apenas 10 años después de haber asumido otro gran riesgo que cambió su vida: cuando se lanzó a salir de Estados Unidos a hacer un género por el que nadie daba un duro y se convirtió en la estrella por antonomasia del ‘spaguetti western’ y una estrella internacional.