Alison Brie y Dave Franco -pareja en la vida real- protagonizan una cinta fantástica que mezcla el ‘body horror’, la comedía romántica con tintes oscuros y la ciencia ficción doméstica.
Protagonizada por la pareja en la vida real de actores Alison Brie y Dave Franco, Together es un filme que se atreve con un enfoque poco habitual en el género: mezcla de ‘body horror’, comedia negra romántica y estudio de la convivencia en el matrimonio. Supone el estreno en el largometraje tras las cámaras del ‘youtuber’ Michael Shanks, un debut muy prometedor que ha conquistado a la crítica y los fans del terror (el filme se llevó una sonora ovación en el pasado Festival de Cine Fantástico de Sitges). Es una de esas películas que empieza pareciendo una comedia romántica con tintes oscuros y termina transformada en una pesadilla sobre la dependencia emocional.
Together
Lo que parece, en principio, una historia de pareja con problemas comunes -la rutina, la pérdida de la chispa, la eterna pregunta de si quedarse o huir- se convierte pronto en una exploración corporal, grotesca y fascinante, de lo que significa estar literalmente pegado a otra persona. La premisa es sencilla pero inquietante: Millie y Tim son una pareja que lleva una década junta, y deciden mudarse a una casa rural para recomenzar. El cambio de aire, que debería revitalizarlos, solo agrava la sensación de encierro. Y en ese contexto, lo que empieza como un viaje introspectivo se transforma en un relato de horror físico, casi de ciencia ficción doméstica. No hay asesinos ni fantasmas: lo que aterra aquí es el amor que se pudre, el compromiso que se convierte en simbiosis, y el cuerpo como territorio compartido, invadido y desbordado.
Grotescamente romántica
Lo más llamativo del largometraje es cómo consigue traducir la dinámica de pareja en una metáfora tangible (y de puro ‘body horror’). No se trata solo de “estar juntos”, sino de perder las fronteras físicas entre uno y otro: hasta que la individualidad se disuelve en un monstruoso “nosotros”. Esa idea se plasma de forma visual y sensorial, con una puesta en escena que mezcla lo íntimo con lo repulsivo y lo doméstico con lo fantástico. Shanks no tiene miedo de empujar al espectador a la incomodidad: el cuerpo se convierte en espejo del vínculo, en escenario de la fusión y lo desagradable. El espectador asiste a una representación física -y muy gráfica- de las relaciones de dependencia emocional y hará que llegue a cuestionarse cuestiones en torno a ellas tras su visionado.
Neon
La química entre Brie y Franco, como pareja protagonista, es un acierto rotundo. Hay una naturalidad en su interacción que hace creíble cada gesto, cada discusión y cada intento torpe de reconciliación. No interpretan a una pareja arquetípica, sino a dos personas atrapadas en un ciclo de afecto y resentimiento, tan reconocible como doloroso. Su cercanía aporta capas que un dúo de actores ajenos probablemente no podría construir. En muchos momentos, su complicidad da pie a un humor negro inesperado, un tipo de risa que surge cuando lo absurdo del amor roza el terror.
El tono del filme se mueve entre géneros: a veces es comedia romántica incómoda, otras es horror corporal puro, y en ocasiones se asoma a la fábula filosófica. Esa mezcla podría haber sido un desastre, pero Shanks la maneja con una elegante sorna. No busca asustar a base de sobresaltos, sino de lo cotidiano: el verdadero miedo proviene de ver reflejadas nuestras propias dependencias, nuestras pequeñas renuncias diarias a la individualidad en nombre del amor. La película sugiere que estar juntos puede ser tan milagroso como asfixiante, y que la línea entre la entrega y la ruptura es más fina de lo que creemos. Visualmente, Together es muy atractiva: todo es sensual y repulsivo a la vez, lo que encaja perfectamente con la idea de un vínculo que se alimenta de sí mismo.
La cotidianidad y lo sobrenatural
Por debajo del horror hay una reflexión que toca temas universales: el miedo a la rutina, la fragilidad de la pareja, la duda sobre si el amor que nos une sigue siendo amor o mera costumbre. Together pone sobre la mesa la idea de que comprometerse puede ser tan aterrador como liberador, y que la verdadera fusión, si existe, puede ser tan maravillosa como monstruosa. No hay moraleja: lo que queda es una mirada ambigua, tierna y grotesca al mismo tiempo, sobre cómo dos personas pueden perderse dentro del mismo abrazo. Sin embargo, cuando la historia intenta explicar más de la cuenta -introduciendo elementos que rozan lo sobrenatural- se pierde parte del misterio. El final parece algo precipitado, menos inspirado que el resto, como si el guion no confiara plenamente en la fuerza simbólica de lo que había construido. Aun así, esos detalles no arruinan el conjunto: la película es de esas que te hace reflexionar -y deja sensación de desasosiego- después de los créditos.
Neon
Otro punto fuerte es su sentido del humor. A pesar de lo perturbador, la película está atravesada por momentos cómicos que alivian la tensión sin romperla. Hay comedia en cómo los personajes intentan mantener la normalidad mientras todo se descompone a su alrededor. Esa risa nerviosa, que nace del reconocimiento, hace que el espectador se mantenga dentro del juego en lugar de desconectarse del relato. El filme nunca se toma a sí mismo del todo en serio, y eso lo hace más digerible sin restarle potencia.
Por debajo del horror hay una reflexión que toca temas universales: el miedo a la rutina, la fragilidad de la identidad en pareja, la duda sobre si el amor que nos une sigue siendo sentimiento o mera costumbre. Si hay algo que no termina de cuajar del todo es el tramo final: cuando la historia intenta explicar más de la cuenta, introduciendo elementos que rozan lo sobrenatural, se pierde parte de la magia del misterio. El cierre se siente algo precipitado -menos inspirado que el resto- como si el guion no confiara plenamente en la fuerza simbólica de lo que había construido. Aun así, esto no arruina el conjunto: la película deja una impresión duradera y un desasosiego que persiste tiempo después de los créditos finales.