Aunque todos conocemos a los Transformers porque a mediados de los 80 entraron arrollando en Europa y Estados Unidos, en Japón a nadie le sorprendió su éxito, en parte porque… Bueno, eran juguetes que conocían de sobra, los Diaclone y los Micro Change. Pero en América sabían que estos juguetes, por espectaculares que fueran, no iban a triunfar sin una historia detrás, e idearon la estrategia perfecta: no solo introducirían una serie de animación presentándolos, sino, también, un mini-cómic en cada caja. Para el final de 1984 ya era un auténtico bombazo… que 40 años después sigue dando millones y millones.
¡Más de lo que ve el ojo!
Sin embargo, hasta inicios de los 2000 a nadie se le había ocurrido que la saga pudiera tener una versión en acción real. De hecho, lo que Don Murphy estaba desarrollando originalmente era una versión de GIJoe que se fue al traste cuando empezó la Guerra de Irak y a nadie le interesó ver historias del ejército yanqui. Entonces, en Hasbro le preguntaron por los robots gigantes marca de la casa, y en cuanto Michael Bay se subió al carro, por sugerencia de Steven Spielberg, los Autobots empezaron a rodar.
Sin embargo, no todo fue perfecto en esta primera película (a la postre, y quitando Bumblebee, la mejor de todas las que se estrenaron en acción real): Bay se fijó tanto en las explosiones, los mecanismos y los efectos visuales que se olvidó por completo de que el equipo no saliera, y si pausas la película en el minuto 20:20 podrás ver, en uno de los espejos retrovisores del coche, al equipo agazapado y esperando que no se le vea en escena. Ups.
Paramount
A nadie le importó, la película fue un bombazo y dio a luz una franquicia que ya cuenta con siete partes y un futuro crossover con GIJoe, como a Murphy le habría gustado hace 25 años. Y es que al final, en Hollywood todo es cíclico… ¡Incluyendo los gazapos!