
“No sé lo que quiero hacer, pero sé que seré famoso y ganaré una barbaridad de dinero. No tengo ni idea de cómo, no he hecho nada proactivo”. Imagina la escena: en 1997, un chaval de 18 años le estaba diciendo esto a su entrenador en el instituto, sin imaginar que poco después acabaría en Maui siendo un sintecho que trabajaba aquí y allí, donde se le requería. Por aquel entonces era conocido como Christopher Michael, pero nosotros le conocemos como Chris Pratt.
Con el walkman en la mano
Los inicios en el cine de Pratt no pueden ser menos glamurosos. En el año 2000, aún en Maui, estaba trabajando en la cadena de restaurantes Bubba Gump (inspirada, efectivamente, en Forrest Gump) cuando una actriz y directora fue a comer allí: Rae Dawn Chong, que ya había salido en películas como Commando, El color púrpura y series como Melrose Place. Por aquel entonces, Chong iba a dirigir un cortometraje titulado Cursed Part 3 y se quedó impresionada por el carisma de aquel camarero. Tanto, que le ofreció uno de los papeles protagonistas.
Pratt, sabiendo que podía ser ese salto a la fama que le prometió a su entrenador de instituto, lo dio todo y, según cuenta Chong, todo el mundo se quedó de piedra con su actuación. A posteriori, el actor afirmó que no tenía ningún arrepentimiento por haberse estrenado en aquel corto. “Pasé de vivir en una camioneta a tener un coche y mi pie en la puerta de Hollywood. De hecho, probablemente no aprendí nada. Si ves la película, estoy muy mal“.
El año siguiente consiguió otro pequeño papel, ya profesional, en la serie Las cazarrecompensas, y el año siguiente se hizo con uno de los protagonistas de Everwood. El resto es historia, como se suele decir: ahora es una de las mayores estrellas del cine con sus papeles en Jurassic World, Guardianes de la Galaxia o Super Mario Bros. Aunque para algunos de nosotros siempre sea el Andy de Parks and recreation.