Bolsa de Alice siempre estuvo presente. No hay ningún indicio de que a la angelina la historiografía del punk californiano y el punk general le haya tratado peor que a otros nombres. Por eso, su autobiografía —editada ahora en castellano tras catorce años desde su publicación original— es válida para comprender el movimiento, ampliar información sobre Alicia Armendáriz y su entorno familiar y sobre cómo desembocó todo en Bolsa de Alice.
A través de sus memorias, la cantante de Las bolsas traza con precisión su infancia y adolescencia, parándose en momentos críticos que van trazando ese hilo argumental de lo violento que parece tener su relato. Desde Violencia como título explícito a lo intrínseco de una escena violenta de por sí y con un recorrido familiar salpicado también de ella, todo sitúa al lector en un devenir personal que observa desde cierta distancia.
Desde el punto de vista musical, esta autobiografía ofrece detalles que redundan en la construcción del imaginario de una escena que, literal y metafóricamente, arrasó con todo. De hecho, en su título original, la biografía alude a LA Este y Hollywood como puntos de inicio y final, con la coletilla de lo chicano como vértice. Es decir, a la trayectoria de cualquier banda punk mexicoamericana (y no tan punk, ahí están Los Lobos) tuvieron que recorrer en sus breves periplos.
La historia de Bolsa de Alice puede ser distinta, diversa o diferente, depende del enfoque que cada persona quiera darle, pero es inequívocamente genuina en tanto que se mira al exterior y al interior. Al tratarse de una autobiografía, y con la perspectiva de casi tres lustros, se agradece la eliminación de cualquier atisbo de subjetividad de intermediarios más interesados en explotar ciertas sensibilidades para quedarnos solo en la subjetividad de quien vivió y recuerda.
Quien parta de Tenemos la bomba de neutronesla biblia del punk angelino de Perro de Pomerania Y Mullenconsolidará parte de ese relato. La historia fundacional y reconocida de lo chicano en la escena de Los Ángeles se reconoce y la historiografía de entonces, con algunos matices, y de ahora nunca lo ha ocultado. Es más, la ha ensalzado por su genuina intensidad, a pesar de los problemas sistémicos que ni un movimiento como el punk pudo erradicar en su momento y que Bolsa de Alice recoge desde su experiencia que fue, también, la de muchos otros.
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