“Me sorprendía lo mucho que estaban involucrados la altura, el peso, el salario y la edad”, afirma la cineasta sobre su época trabajando como casamentera, lo que ha inspirado su nueva película tras ‘Vidas pasadas’. “El amor no sabe de números”
Cada día que Celine Song pasaba trabajando de casamentera sabía que lo que estaba viviendo era digno de ser contado en una película. “Estaba muy inspirada en esa época porque lo increíble de ser una casamentera es que podías escuchar lo que la gente quiere y piensa de verdad”, cuenta en SensaCine. “Es increíble, si lo piensas. Ser una casamentera hace que la gente sea más sincera contigo que con sus psicólogos porque tienes que encontrarles el amor“. Su experiencia ha dado forma a Materialistas, su segundo largometraje tras Vidas pasadas (2023), filme por el que consiguió una nominación al Oscar por Mejor película y otra por Mejor guion original. Llegar y besar el Santo.
Materialistas sigue a Lucy (Dakota Johnson), una mujer muy buena en su trabajo, el de casamentera, que se dedica a juntar a dos personas de acuerdo a sus intereses. Al igual que Song en su día, la protagonista escucha a sus clientes pedirle personas con ciertas cualidades físicas y un sueldo determinado. “Estaba constantemente decepcionada sobre cómo hablaban de sus futuras parejas o qué clase de persona quieren en sus vidas”, reconoce la cineasta de forma virtual desde Mallorca, lugar al que acudió a presentar el filme en el Atlántida Film Fest. “Me sorprendía lo mucho que estaban involucrados la altura, el peso, el salario y la edad; todas estas cosas que tienen que ver con números. Por entonces acababa de casarme y pensaba en mi propio matrimonio. Me decía a mí misma: ‘Nada de estas cosas tienen que ver con lo que de verdad quiero para estar enamorada o tener una relación con alguien. Así que, ¿por qué es tan importante?’. Creo que esa contradicción me interesó de verdad“.
La forma en la que pensamos sobre nosotros mismos como seres humanos es más como objetos de valor que como algo perfecto, sagrado y divino
Materialistas, que llega a los cines españoles el 14 de agosto, profundiza en el sentimiento universal del amor y en el mercado de las citas en la actualidad. Y lo hace, no solo desde el trabajo de su protagonista, también de su vida amorosa. Lucy conoce en la boda de una de sus clientas al millonario Harry (Pedro Pascal) y se reencuentra con su exnovio y aspirante a actor John (Chris Evans), con quien rompió por temas económicos.
“De lo que quería hablar es de que tener citas es un juego al que jugamos para encontrar el amor y también sobre el mercado de las citas”, explica Song, quien destaca que la frase más importante en el filme es: “No soy merchandising, soy una persona”.
“La película está interesada en la cosificación y mercantilización de los demás y de nosotros mismos, y cómo cada cosificación y mercantilización del ser humano siempre va a conducir a la deshumanización y eso siempre va a tener un resultado violento“. Violencia, en Materialistas, se traduce en una agresión y en una operación quirúrgica que consiste en romperse las piernas para ganar centímetros de altura. “La forma en la que pensamos sobre nosotros mismos como seres humanos es más como objetos de valor que como algo perfecto, sagrado y divino. De esa forma, va a ser muy difícil hablar de cómo vamos a buscar el amor porque la forma en la que hablamos sobre nosotros y de los demás es muy contradictorio a lo que es el amor. El amor no sabe de números”, destaca.
El algoritmo de las citas

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En Materialistas, los clientes de Lucy buscan el amor con ayuda de una casamentera. Es ella la que hace la conexión entre dos humanos que cree que pueden encajar. En la actualidad, con las aplicación de citas, es un algoritmo el que se encarga de ello. “Lo que parece muy fácil y accesible con las aplicaciones de citas, eso, como cualquier avance tecnológico, está empezando a contribuir a lo fácil que es deshumanizarnos“, reflexiona Song.
La cineasta se remonta a la época de Jane Austen y su novela Orgullo y prejuicio para comparar cómo hemos evolucionado a la hora de transitar en el mundo de las citas. “Ese libro es sobre el mercado de las citas, el mercado del matrimonio”, afirma. “Lizzy Bennet, el personaje principal, dice lo mismo que los personajes de Materialistas: ‘No soy merchandising, soy una persona”. Para Song, la forma de percibir a los demás a la hora de buscar pareja no ha cambiado, pero sí lo ha hecho la independencia femenina y lo que eso conlleva a la hora de pensar en casarse. “Las mujeres tienen mucha más libertad económica y pueden trabajar y tienen otras formas de asegurarse el futuro además de casarse con un hombre. En el mundo de Orgullo y prejuicio esa era la única forma. Ahora hay muchas opciones gracias a nuestras antepasadas”, afirma.
El amor nos vuelve tontos. El amor es algo que nos despista porque es uno de los grandes misterios del mundo. Nunca lo resolveremos y no podemos comprarlo
Lo que antes ocurría en los bailes de las pequeñas comunidades como la de la familia Bennet, se ha trasladado a un objeto que tenemos siempre en la mano: nuestro teléfono . “Bueno, estoy en Mallorca, vamos a ver qué personas hay”, ejemplifica Song con su smartphone. “Es más fácil, pero, en realidad, no lo es. Ahora todo el mundo se ha vuelto más fácil de cosificar”.
El género romántico: un tema muy serio

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“Es solo cosa de chicas, ¿verdad?”. Así es como Lucy reacciona cuando John menosprecia su trabajo en Materialistas. La frase puede aplicarse también al género romántico, normalmente dirigido a un público femenino y al que no se toma tan en serio como otros.
“Cuando dicen ‘chick flick’ ya no es serio”, dice Song sobre la forma en la que muchos se refieren al género romántico. En español se traduce como “peli de chicas”, filmes que hablan sobre romance, relaciones y emociones personales. “Lo que están diciendo, de alguna forma, es que las chicas no son gente seria. También que la gente seria no debería preocuparse por las cosas de chicas: los temas del corazón, el amor, el romance…”, añade la cineasta, quien recalca que su objetivo con Materialistas era “hacer una película muy seria sobre el amor porque nos afecta a todos, incluso a los hombres”.
Los hombres también están solos. ¿Por qué iban a librarse del mercado de las citas, del matrimonio, del problema del amor y de la soledad?
“Quiero ser justa con el hecho de que los hombres también tienen que pasar por eso”, continúa. “Los hombres también están solos. ¿Por qué iban a librarse del mercado de las citas, del matrimonio, del problema del amor y de la soledad? También tienen que pasar por eso ¿Por qué no es su problema? Es, absolutamente, su problema y deberían mejorar en él. Deberíamos hablar de ello para que mejoren. Necesitan mejorar, seamos realistas“.

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Song tiene una teoría sobre por qué el género romántico es percibido de esa forma tan desdeñosa: “Creo que lo que pasa es que el amor nos vuelve tontos. El amor es algo que nos despista porque es uno de los grandes misterios del mundo. Nunca lo resolveremos y no podemos comprarlo. No podemos pagar por ello. La riqueza y el poder no pueden conseguir uno mejor que alguien que no tiene nada de esas cosas. Eso es lo más increíble del amor. El amor es completamente liberador porque está libre del capitalismo. Por supuesto, el capitalismo está intentando invadirlo, pero el amor en sí mismo, el amor verdadero, es algo que va a existir fuera del capitalismo. Creo que por eso los ricos y poderosos piensan: ‘Ese es el único dominio del ser humano que no podemos controlar y poseer y convertir en un objeto de lujo”.
La cineasta cree que los que quieren marcar el género romántico como “no importante y no tan serio” son gente a la que le cuesta hablar, precisamente, sobre el amor. “La entrada de la película cuesta lo mismo, pero ¿por qué no es una parte importante del cine? ¿Por qué no merece la pena?”, se pregunta Song. “Creo que todo el mundo está obsesionado con el amor y hay gente que se avergüenza de hablar de ello más que otros. Es un tema universal digno del cine y creo que es algo de lo que alguien debería hacer una película seria“. Como, por ejemplo, Materialistas.