Si algo le gusta a Disney es meter algún chiste verde de vez en cuando. Que los niños vayan aprendiendo, vaya
Cuando Samuel Goldwyn decidió contar la biografía de Hans Christian Andersen en El fabuloso Andersen, de 1952 y dirigida por Charles Vidor, en Disney se rebotaron, y con razón. Al fin y al cabo, Walt Disney y Samuel Goldwyn llevaban años hablando de hacer una película juntos sobre los cuentos de hadas de Andersen: el primero haría la animación y el segundo las escenas en acción real. Cuando se lanzó esta película, se aparcaron decenas de proyectos basados en los relatos clásicos del escritor. ¿Para qué seguir, si ya estaba todo contado?
¿Hacemos un muñeco de nieve?
Tuvieron que pasar cuatro décadas para que alguien en Disney, una vez pasado ya este desaire, quisiera hacer La reina de las nieves. Sin embargo, aún tendrían que pasar 20 años más hasta que se estrenara Frozen, una versión sui generis del clásico que originalmente se titulaba Anna y la Reina de las nieves y que poco a poco fue cambiando y pervirtiéndose hasta convertirse en la película más taquillera de 2013, con 1280 millones de dólares recaudados. Casi nada.
Lo de “pervirtiéndose” no es una manera de hablar, por cierto: a lo largo de la película, la guionista y co-directora, Jennifer Lee, añadió un par de chistes para adultos maravillosos solo para los padres que acompañaran a sus hijos. Por ejemplo, en un momento dado, Anna le confiesa a Kristoff que prefiere verle vestido de cuero, y cuando ella pregunta por la talla de pie y el contesta “La talla de pie no importa”. Ejem, ejem, ejem.

Disney
Después del bombazo de Frozen, claro, han protegido mucho más la franquicia, y en Frozen II no hubo tanto lugar para un guion juguetón. Quién sabe, quizá en Frozen 3, que se estrena en 2027, o la cuarta, aún sin fecha de estreno pero más que confirmada. No cabe duda de que vamos a estar haciendo muñecos de nieve hasta hartarnos.