James Bond solo puede llevar esmoquin en las películas de James Bond, y Pierce Brosnan lo pagó caro
Hasta ahora, el mayor hueco entre películas de James Bond (aunque tiene pinta de que ahora estamos a punto de superarlo) ha sido de 6 años, entre Licencia para Matar y Goldeneye: Timothy Dalton no quiso renovar su contrato, y eso que ya habían lanzado pósters con él como protagonista de su futurible tercera película como el Agente 007. Él quería hacer una película más, pero le obligaban a firmar para cuatro o cinco entregas, que no estaba dispuesto a hacer. Rápidamente tuvieron que buscar un sustituto, y ahí es donde vino Pierce Brosnan, que ya estuvo a punto de conseguir el papel tras Roger Moore pero no lo hizo por su compromiso con la serie Remington Steele.
Agitado, pero no puesto
Goldeneye acabó siendo una de las mejores películas de James Bond, pero inició una pequeña pesadilla para Brosnan, que, por contrato, entre 1995 y 2002 (cuando se estrenó Muere otro día) no pudo llevar esmoquin en ninguna otra película, por mucho que el personaje lo precisara en la escena. Al fin y al cabo, era un actor que destacaba por su elegancia, y esta restricción le impidió mostrar todo su sex-appeal en todo lo que rodó entre títulos de 007.
Por ejemplo, hay una escena de El secreto de Thomas Crown donde no hubo manera de meterle dentro de uno, a pesar de que la escena prácticamente lo rogaba. En ella, Rene Russo y él están en una fiesta con código de vestimenta blanco y negro donde ambos bailan y rompen totalmente con el estilo: uno puede argumentar que le pega al personaje, sí, pero la realidad es que no podría llevar, aunque quisiera, el esmoquin que estaban llevando todos a su alrededor.
Si tienes curiosidad, lo que lleva es un traje azul oscuro con una camisa sin botones y una pajarita a medio hacer. Y si te lo estás preguntando, no, a ningún hombre del mundo nos sentaría bien: solo a Pierce Brosnan en 1999. Cosas del glamour.