Atrapado en el tiempo nació, aunque ella no lo supiera nunca, de un libro de Anne Rice. Concretamente, de El Vampiro Lestat, que Danny Rubin estaba leyendo en un cine mientras esperaba a que empezara la película. Allí, con el libro en la mano, empezó a pensar entre la inmortalidad y la falta de límites, y qué haría una persona normal cuando la falta de muerte convirtiera la vida en aburrida e insustancial. Así empezó a escribir el guion, sin ser consciente de que se iba a convertir en una pesadilla para Harold Ramis.
Murray el marrullero
Cualquiera hubiera dicho que Bill Murray firmó enseguida para hacer Atrapado en el tiempo y que gozó cada minuto en el rodaje, pero lo cierto es que hizo miserable la vida de todo el mundo durante el mismo. En gran parte, porque quería cambiar el guion y enfocarse en las partes más filosóficas, eliminando gran parte de la comedia loca que había introducido Ramis. Hubo innumerables versiones, idas y venidas y tejemanejes, y Murray seguía sin estar del todo contento.
Al final, aceptó aparecer por trabajar junto a su hermano mayor una vez más, Brian Murray, que ya había hecho muchos papeles antes en las películas de Bill, como El club de los chalados o El filo de la navaja y aquí hizo del alcalde. Ambos acabaron hasta las narices de Ramis, pero, al final de su vida, se reencontraron con él y ahora solo hablan maravillas. Bien está lo que bien acaba.

columbia
Por cierto, estuvieron a punto de hacer una secuela justo después del éxito de la película, pero al final la echaron para atrás, en parte porque Murray quería explorar sus rango como actor más allá de la comedia. Al final sí que participó en una especie de segunda parte, el anuncio de un coche que para el actor fue, literalmente, “su primer y último anuncio”. Aquí no se ha metido en un bucle temporal, desde luego.