No se crea uno de los lugares con más dinero del mundo sin romper unas cuantas reglas
Cuando Disney World empezó su construcción en 1967, desde la empresa quisieron asegurarse de que nadie iba a tocar las narices al ratón. O, dicho de otra manera, que nadie iba a parar sus planes expansionistas, porque iban a necesitar mucha tierra para hacer hoteles, mucha agua y mucha electricidad, y si tuvieran que cumplir con las leyes estatales quizá no les saliera a cuenta abrir ahí. Florida, sabiendo que tenía un diamante entre manos, bajó la cabeza y les permitió tener un distrito propio con un gobierno propio: Disney podía hacer lo que quisiera porque la propia Disney se lo permitía.
El gobierno del ratón
El distrito en cuestión se llamó Reedy Creek, y permite controlar el transporte, los departamentos de bomberos y de emergencia, además de permitirse a sí mismos vender alcohol. Todo ello, además, exentos de impuestos… hasta hace poco. Y es que en 2022, en Florida, se dieron cuenta de que, básicamente, Disney se estaba aprovechando de un decreto firmado 55 años antes, y se pusieron manos a la obra para quitarlo.
¿Lo consiguieron? Bueno, en parte: Disney peleó para que todo siguiera igual, pero, después de arreglarlo en un acuerdo extra-judicial, por resumir, la cosa quedó en que ahora la empresa debía hacerse responsable de sus acciones y que el estado tuviera mayor conocimiento de lo que pasaba dentro de sus fronteras. Sin embargo, a su principal objetor, Ron DeSantis, gobernador del estado, le acabó valiendo gran parte del voto debido a la propaganda en la que se le mostraba contrario, en general, a Disney. ¿Quién es el monstruo en contra de los dibujos que ven nuestros hijos?

Disney
Si alguna vez vas a Disney World piensa en que realmente estás en otro distrito diferente que hace, más o menos, lo que le da la gana, aunque los políticos lo quieran impedir. ¿Es esa la magia Disney, acaso?