Los años de la pandemia han acelerado lo que muchos percibían como una tendencia preocupante para las salas de cine: una descenso notable de los espectadores que ahora pueden ver las mismas películas meses más tardes desde su hogar, o realizar otras actividades de ocio. Ese parón brusco dio un golpe bastante severo a una industria que todavía está intentando revertir la situación.
No está todo perdido, pero es muy distinto a como era anteriormente. En el Los Ángeles Times señalan cómo se ha pasado de vender más de 1.000 millones de entradas de media antes de la irrupción del Coronavirus a unos 740 millones en el último año. Cabe decir que los analistas consideran esto medianamente positivo dado que los últimos años siguen marcados no sólo por el cambio de actitud por la pandemia, sino por una menor oferta derivada de las huelgas de actores y guionistas de 2023.
Un clavo ardiendo al que agarrarse
Teniendo menos películas, 2024 arrojó una recaudación total de 8.750 millones de dólares, “sólo” un 3% menos de lo conseguido en 2023 con menos películas que ofrecer y varios estrenos potentes retrasados. 2025 tiene la posibilidad de superar esa cifra y alcanzar la marca de los 9.000 millones recaudados, aunque todo depende de la traca final que tienen preparada los estudios.
Puede parecer que está todo el pescado vendido este año, con sólo un par de películas pasando de los mil millones de dólares en taquilla (y sólo una de ellas de Hollywood, siendo la otra la china Ne Zha 2) y películas de superhéroes como Superman y Los 4 Fantásticos: Primeros pasos apuntando a unas expectativas más moderadas para este tipo de películas. Pero en tan sólo 30 días que cubren mitad de noviembre y mitad de diciembre tendremos tres películas que pueden activar la asistencia a los cines a unos niveles importantes.
Esas películas son Wicked: Parte 2, Zootrópolis 2 y Avatar: Fuego y ceniza, tres secuelas de éxitos potentes y contrastados. La primera concluirá la historia presentada el año pasado, que superó los 750 millones en taquilla y arrasó en nominaciones a los Oscars. La segunda retoma una de las películas animadas más populares de Disney, que recaudó más de 1.000 millones hace casi diez años y puede estar aupada por el factor nostalgia. Por último, la saga de James Cameron a dado ya dos películas de más de 2.000 millones de recaudación, y es de esperar que el público vuelva a zambullirse en el espectáculo de James Cameron.
Todo esto evidencia una situación con potencial inestable: sigue habiendo una gran dependencia a los grandes blockbusters y estos tienen que salir en una sucesión correcta para que el hábito de ir al cine no se pierda. Pero igual esto crea más bien la ilusión de un hábito, y más bien estamos observando cómo Hollywood se agarra a un clavo ardiendo.
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