
Guillermo del Toro puede presumir de tener el récord a la película con la ovación más larga en la historia de los festivales. El laberinto del fauno, estrenada en 2006, recibió nada más y nada menos que 22 minutos en el festival de Cannes, lo que el propio Del Toro vivió como un momento incómodo pero satisfactorio: “a los diez minutos, no sabes qué hacer. Solo sonríes y asientes”.
Ha elegido Venecia para presentar su versión del clásico de la literatura, Frankenstein. No ha llegado a los 22 minutos de ovación pero su pase ha generado mucha expectación entre los asistentes al certamen de esta 82ª edición.
Del Toro lleva años detrás de este proyecto. Ya en 2007 aseguró que “mataría por realizar” una versión fiel de la novela de Mary Shelley y señaló el guion de Frank Darabont -que se convirtió en película de la mano de Kenneth Branagh– como “prácticamente perfecto”. Podemos contar 413 películas basadas en la novela de Shelley, 184 cortos y 251 series. Una barbaridad de adaptaciones desde 1915. Por lo que la pregunta de por qué necesitamos otra versión del icono del terror pasa por la cabeza de muchos.
“Si Guillermo Del Toro, que tiene mi admiración, ha decidido que quería hacer Frankestein es porque él sentía que tenía algo que contar que no se había contado todavía. El resultado es que me ha parecido algo aburrida, algo plomiza, y me sabe fatal decirlo“, dice G. Calvo en su crítica.
Como en la historia original, un brillante científico da vida a una criatura a través de un experimento. Lo que comienza como una celebración termina conduciendo a la ruina al creador y a la creación.
Ha cogido la historia de Mary Shelley y la ha transformado en una película tremendamente romántica
“Se basa muchísimo en el libro, pero también se toma libertades. Profundiza en la parte más filosófica de la propia novela: qué es el yo, qué es el ser humano, la relación entre el creador y la criatura, cómo cambia la historia cuando la criatura entra en contacto con los personajes…”, cuenta Alejandro.
Parte de la culpa de que la película sea aburrida la tienen los diálogos, donde hay mucho del estilo romántico de la literatura. “Eso hace que, si al principio estás dentro de la película, te vayas separando. Al menos es lo que me ha pasado a mí”, explica G. Calvo, que ha notado mucho el paso lento del metraje. “Creo que, aún siendo fascinante en muchos aspectos, eso me ha echado mucho para atrás”, continúa.
Donde sí funciona es en lo visual. El Frankenstein de Guillermo Del Toro es “una oda a la dirección artística. Es una barbaridad”. “Se te cae la lágrima viendo una película como la de Del Toro, en la que todo lo que ves en pantalla son objetos, es atrezzo real. Todo ese detallismo, con esa paleta de colores tan exquisita, es un trabajo artístico que ya es difícil de ver en el cine“, reflexiona al crítico, sobre todo si tenemos en cuenta que en el futuro los efectos especiales estarán realizados por inteligencia artificial.
Frankenstein “tiene una vocación tan literaria que creo que esa es la realidad por la que Del Toro ha hecho la película”. A pesar de sus defectos, es una carta de amor al cine y, aunque la produce Netflix, podremos verla en pantalla grande a partir del 24 de octubre.