Paul Atreides respeta muchísimo el poco agua de Arrakis… O está harto de beber su sudor en el traje que lleva
Dune nació de la visita de Frank Herbert a Oregón, a un lugar en particular repleto de dunas. Allí iba a documentarse para su novela El dragón en el mar, pero acabó fascinado al ver cómo esas dunas podían comerse todo: ciudades, lagos, ríos… Empezó a quedarse fascinado con el mundo desértico y algo creció en su interior. No es el único origen de la saga, claro, y también hay que destacar el uso de drogas alucinǵenas, pero no queda tan místico a la hora de imaginárnoslo creando Arrakis.
Te van a dar Paul Atreides
Dentro de la creación de este mundo, Herbert decidió que tenía que utilizar una metáfora para el petróleo, que en los años 60 se había convertido en el material más preciado del mundo, conocido como “oro líquido”. Así pues, hizo que en Arrakis todos lucharan por el agua, unas casas respetando a los pueblos que allí vivían originalmente y otras, como los Harkonnen, malgastándola sin ningún tipo de reparo.
Obviamente, dado que es uno de los temas principales de la novela, ha permeado en las películas de Denis Villeneuve, donde vemos cómo Paul Atreides nunca toca el agua y, si lo hace, es fuera de cámara o de manera simbólica (como es el caso del Agua de la Vida). Para los Fremen es tan sagrada y escasa, que para abrazar su nueva identidad y ser considerado el Mesías, deja de lado la hidratación para conseguir aliados.

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No es sutil, pero, en comparación, los Harkonnen aparecen muy claramente desperdiciendo el agua constantemente: se bañan, sudan, beben… En los libros, ojo, antes de la conversión de Paul, también notamos que los Fremen ven a los Atreides como gente que desperdicia su materia prima: en un momento dado, en un banquete, uno de ellos tira al suelo su copa llena de agua y exige que los demás invitados hagan lo mismo, un movimiento tremendamente político, sí, pero blasfemo para aquellos que necesitan ese agua para vivir. Cosas que pasan en Arrakis.