
No es una novedad señalar que nuestros hábitos de consumo televisivo han cambiado, y que nos hemos ido dirigiendo progresivamente al streaming dejando de lado la televisión en directo. Salvo eventos importantes, como pueden ser las retransmisiones deportivas o, en menor grado, galas de premios, ya apenas encendemos la tele para ver que hay, y esto afecta a muchos programas de toda la vida como son los late night.
Son un formato tan entretenido como muy visto y con un margen de maniobra limitado, y ahora la tendencia es ver los mejores momentos en plataformas como YouTube o redes sociales. Pero con esto último las cadenas no pueden atraer a los anunciantes, y a eso se agarran para ir anunciando cancelaciones como la que ha vivido Stephen Colbert, uno de los pocos late night que están liderando su franja.
Esos bajones de audiencia y cambios de hábitos pueden empezar a explicar estas decisiones, pero tenemos cada vez más claro que no son la motivación tras de ella. La cadena de Colbert es propiedad de Paramount, que se encontraba hasta hace unas semanas en un proceso de venta a Skydance que dependía en parte de la aprobación de Donald Trump, que tiene su propia guerra con los presentadores de late night.
Un presidente dictando la televisión
Colbert es uno de los presentadores que más contenido político mete en su material de risas, y el presidente de los Estados Unidos lo puso en su particular diana. Cuando se anunció la cancelación de su programa no pocos especularon que fue propiciado por esta voluntad de la empresa por complacer al presidente, algo que quedó más patente con la celebración del propio Trump de la noticia.
El late night show está viviendo su etapa crepuscular, y su muerte está siendo acelerada por el propio Trump. La última víctima es Jimmy Kimmel, otro presentador que habitúa a hacer chistes sobre el presidente y el partido republicano, que ha visto hoy como su programa va a ser suspendido indefinidamente a causa de unos comentarios en torno a Charlie Kirk. El joven influencer de derechas fue disparado hace unos días y en Estados Unidos se está viviendo como una tragedia nacional, con muchos republicanos intentando echar la culpa a sus contrarios cuando el asesino era precisamente del bando derechista.
Kimmel señaló este hecho para criticar la hipocresía de los políticos dirigentes, pero con el tema tan caliente se ha decidido desvirtuar todo para que parezca que está celebrando la muerte de Kirk. Sin esperar a dilucidar la magnitud de los comentarios, la cadena ABC, de Disney, han optado por cortar de raíz el programa, sin cancelar definitivamente. Por supuesto, Trump ha celebrado la noticia y ha animado a que se cancelen también a otros presentadores como Seth Meyers y Jimmy Fallon, incluso aunque en el pasado fue al programa de este último. Los programas de este estilo pueden tener problemas variados, pero la precipitación de su final tiene unas claras motivaciones políticas.
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